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Un increíble vivero levantado con botellas plásticas, la terapia de una "mamá azul" para superar la pandemia

Pamela Meza vive en Derqui y tiene dos hijos con discapacidad. Las plantas le abrieron un mundo de reinvención personal. En cuarentena, construyó con sus propias manos un vivero cien por ciento ecológico que es la atracción de su barrio.

Sociedad - Pilarenses con Historias 30/12/2020 Augusto Fernández Díaz
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Si alguien es capaz de dudar de la volatilidad de las rutinas diarias, el año 2020 fue el mejor ejemplo global para los escépticos. Cualquier vida, por más estable que se presente, en un quiebre instantáneo se revoluciona. Casi siempre, en la dirección contraria en la que uno espera. Aprender a sobrellevar los aspectos de la vida que no se pueden controlar, lleva toda la vida. 

Lo sabrá bien Pamela Meza, derquina, ama de casa, mamá de tres, que en poco tiempo tuvo que asimilar el diagnóstico de autismo para uno de sus chicos y, a otra de ellas, un tumor ocular que afectó la visión. Si para sostener la propia existencia no hay manual de instrucciones, menos se inventó aún para acompañar dos discapacidades en un mismo seno familiar.

Lo que sí tuvo en claro Pamela, es que por sus hijos entregaría todo lo que tenía, su vida misma. Y así lo hizo. Pero cuando las circunstancias le dieron un respiro, se encontró en la necesidad de recuperarse a sí misma, aunque sea un poco. Hallar ese camino de reinvención personal incorporando los desafíos que ella tuvo, puede ser poco menos que dar con un sendero en una selva frondosa. La metáfora no es antojadiza. Se verá por qué.

Es que las plantas fueron el refugio verde de Pamela en sus peores días. Su cable a tierra, nunca más literalmente. Y la afición se transformó en pasión tan rápido como en emprendimiento. Los vecinos comenzaron a ver el jardín de su casa en el barrio Las Lilas cada vez más producido, y los pedidos no tardaron en llegar. Hasta que en marzo la pandemia paralizó nuevamente los proyectos de fortalecer esa idea de tener un vivero en casa.

No obstante, si de superar obstáculos se trata, esta joven madre derquina tiene con qué. Sacó a relucir lo máximo de su creatividad en el encierro y, apenas pudo, comenzó una campaña de reciclado de botellas plásticas. La cuadra, el barrio, el barrio de al lado, el de unas cuadras más allá, los grupos de Whatsapp… poco a poco, todo se fue movilizando para atraer más y más envases vacíos a la casa de Pamela. Y el proyecto personal se hizo familiar. Poder conectarse con sus hijos desde este lugar también le dio más empuje. Y así, en tres meses de cortar, hilvanar y unir a diario, el vivero ecológico de materiales reciclados fue una realidad. 

No tardó en transformarse el lugar en una de las atracciones del barrio, recibiendo clientes de toda la localidad. Las fotos del vivero circularon por las redes y los likes se amontonaron. La trascendencia no fue drama: Pamela sabe de exponerse por causas que valen la pena. El cierre del año también le dio otra alegría: luego de varios años  de expedientes, entrevistas, marchas, reuniones, protestas y más acciones junto a otras "mamás azules", celebró la prohibición de la pirotecnia sonora en el distrito de Pilar. Esa que llevó incluso a tener que sobremedicar a su hijo para que pasara "las doce" sin una crisis incontrolable.

La vida de las personas se vuelve distinta en un flash. La de Pamela Meza, tantas veces como puso un plantín en la tierra para transformarlo en maceta. Finalmente, pudo hacer germinar un sueño que echa raíces hacia un remanso fértil. Claro; nunca, aún en las más difíciles, dejó de regarlo.    

Conocé en el video la historia de Pamela y su vivero contada por ella misma. Y encontrá su emprendimiento en Instagram como @viverito_lascamelias.

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