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Leónidas, el nene artista que le dibuja una sonrisa a Pilar

Tiene 6 años y regala dibujos a la gente "que tuvo un mal día" para hacerla sentir mejor. La conmovedora iniciativa que empezó como una idea para ayudar a su familia con los gastos del hogar.

Sociedad - Pilarenses con Historias 29/03/2022 Augusto Fernández Díaz
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Abraza el saber popular que las verdades más reveladas están apretadas en los puños de dos tipos de personas: "Los Locos y los Niños", sintetiza Silvina Garré en una canción de los ochenta. Esos que "según dice la gente cada, cuál a su modo, nunca mienten”, en prosa de la trovadora rosarina. La poesía recomienda, entonces, prestar oído a “los niños en la aurora de sus palabras dementes". Habrá que hacerle caso.

De la imaginativa mente de un nene nació la idea de que sus dibujos, creados a trazo imperfecto con mano de seis años, le podían alegrar un rinconcito de vida a otra persona. Una locura que de tan loca fue concreta. De esa misma usina infantil de fantasía surgió la excéntrica teoría que vender esos mismos garabatos a alguien que pasara por la puerta de su casa le podía permitir comprarse un deseo. De tan fantasiosa, la fantasía se hizo realidad.

"Tengo una pantallita en mi cabeza, ahí miro con los ojos cerrados cuando quiero dibujar", afirma seguro Leónidas Reyes, alumno de 1° grado en la Escuela N° 18 de Villa Morra, el único barrio donde durmió las noches desde la primera que tuvo en este mundo. Cuando lo cuenta, se señala la frente con el dedo. La convicción es total. No hay por qué no creerle. Es un chico que vive su arte con naturalidad y pasión. La producción es diaria y en serie. Termina un dibujo, comienza otro. Hay material para poner en marcha los proyectos más grandes, esos que parecen irracionales. Pero no lo serán.

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Leónidas viene de familia de artistas. Su mamá Valeria es fotógrafa. Su papá Jesús, músico. De ellos recibió el estímulo para iniciar caminos artísticos: reparte sus ratos libres entre su mini batería y sus decenas de hojas, lápices y crayones. Aunque sólo de él nació la idea de transformar ese pasatiempo en algo más. Nadie le dijo que para ayudar en los gastos del hogar y comprarse el canasto que quería para su bicicleta, debía conseguir la plata dibujando y vendiendo. Pero tanto insistió que, aún con cierto pudor, allí fue Valeria a armar la galería en la reja a la calle y ungir el cartel de vernissage: "VENDO DIBUJOS". Y se fijó el valor de mercado de cada obra: cinco pesos. La idea salió tan bien que, en algunos días, el objetivo estaba cumplido.

Si el surrealismo es un movimiento artístico enfocado en trascender lo racional, he aquí un exponente, digamos, poco convencional. Sólo como tiernamente surrealista puede definirse la siguiente pulsión de Leónidas, de que esos mismos dibujos que antes le permitieron ganar dinero, ahora debían alegrarle el día a alguien más. Y con sólo eso como paga. Así, el cartel delineado a tiza en una pizarra mutó a "REGALO DIBUJOS", la magia sucedió y los originales de Leónidas se esparcieron por todo Pilar.

"Tuve una conversación con mi mamá y decidí que, si pasaba por la puerta de casa un nene de la escuela que lo retaron y le fue mal, o una persona que le fue mal en el trabajo, se llevaban un dibujito gratis para que se sientan mejor", explicó el nene con el sosiego que da la certeza de estar haciendo lo que demanda el momento. Y lejos de la locura, es una verdad revelada: a fin de cuentas, todos tenemos malos días en los que sólo necesitamos que nos hagan sentir que no todo está perdido. Con un gesto, una palabra, un abrazo. O un dibujo.

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Leónidas lo entendió mejor que cualquiera, aunque cualquiera podría. Después de todo, a esas realidades conectadas con la emoción sólo las comprendemos cuando nos despojamos de la razón. Como un niño, o como un loco. Porque de niño y de loco todos tenemos un poco. Y si no, deberíamos.

Mirá el video y conocé en detalle la historia, en esta charla con Leónidas y su mamá:

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