Corrió de Pilar al Obelisco: la inspiradora historia del periodista que desafió sus límites por solidaridad

El aislamiento al que obligó la pandemia de Covid 19 causó tantas restricciones como oportunidades en la vida de las personas. Algunas se volvieron expertas en masa madre, otras se animaron a probar una postura de yoga y otras, como Javier Barbis, periodista y runner pilarense, proyectaron lo imposible: unir al trote nuestra ciudad con el Obelisco porteño -un trayecto de 63 kilómetros-, en menos de seis horas.

¿Y por qué alguien haría semejante cosa? En primer lugar, porque puede. A sus 50 años, Barbis  tiene más de veinte de zapatillas, fondos y entrenamientos. Es un corredor experimentado que ya desafió distancias incluso superiores, como travesías de montaña con trazados superiores a los cien kilómetros.

Pero la motivación más grande para la gesta que concretó el domingo último (alerta spoiler, lo logró) era a su vez la mayor exigencia: impulsar una movida solidaria para un comedor de Presidente Derqui, con ayuda alimentaria de empresas supeditada a su éxito y sus tiempos en la carrera. Porque fue una carrera. Una carrera contra el cronómetro, contra las propias limitaciones y contra todos los obstáculos mentales que una persona puede cruzar ante sus propios objetivos y que -sabemos- suelen ser los más complejos de superar.

Corriendo en su jardín de un barrio de Villa Rosa, casi alienado como un hamster en una rueda, Barbis (periodista con trayectoria en medios de comunicación porteños como Canal 9 y Canal de la Ciudad, entre otros) dio sus primeros pasos en marzo hacia la carrera de su vida -hasta ahora- y los últimos cerca de las 10 de la mañana del 8 de noviembre, cuando tomó la Avenida 9 de Julio y comenzó a ver cada vez más cerca el icónico monumento porteño, casi hasta poder abrazarlo.  

No llegó solo. Lo hizo de la mano de Norma Ramos, la otra protagonista de esta historia y absoluto ejemplo de muchas cosas. Norma, que ya era valorada en su ciudad, Derqui, por introducir a cientos de jóvenes de bajos recursos al mundo del atletismo, concluyó luego que sin buena alimentación es imposible rendir en deporte y así creó un comedor. Incansable, no dejó de moverse hasta que en 2011 un ACV repentino la paralizó. Con la mitad del cuerpo inmóvil, sintió que se moría. Hasta que comprendió que ese había sido el primer día del resto de su vida. Una vida distinta, pero vida, en la que desde ya no podía faltar el atletismo, ahora paraatletismo. Así, el año pasado llegó a completar el Cruce de los Andes en muletas; y ahora, cruzar la meta en la Plaza de la República por las instituciones solidarias que ella misma creó, montada en un triciclo ortopédico.

Sobran las razones para escuchar, en primera persona, cada detalle de esta historia de inspiración, resiliencia y exploración de los límites del ser humano. Unos límites que, cuando se encuentra el cómo, siempre es posible romper.

La entrevista completa con Javier Barbis puede verse en el siguiente video: