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Eduardo Cortez, el vendedor de macetas en Panamericana que se hizo viral: "Tiraba de un carro veinte cuadras para llevar la mercadería"

Detrás del cartel más famoso de las redes esta semana, asoma una persona experta en reconstruirse. Tras fundirse en un comercio y quedar en la calle, concibió su emprendimiento casi de casualidad. Una chapa celeste y una idea para mejorar sus ventas lo volvieron en días un boom internacional.

Sociedad - Pilarenses con Historias 25/11/2020 Augusto Fernández Díaz
Eduardo junto a su hijo en el taller donde produce sus maceteros.

Eduardo nunca se quedó quieto. Ni siquiera cuando se vio sin trabajo, con la camioneta rota y la necesidad de salir a vender macetas de madera en la calle a procurar el sustento de su familia. Cargó en un carro con sus productos y recorrió a tiro las veinte cuadras que separaban su casa del puente más cercano de la Panamericana. Cuando llegó y apenas alcanzó a bajar dos maceteros, una mujer paró el auto y se los compró.

Sabía que había comenzado algo. Lo que no imaginaba este vecino de Manuel Alberti, de 57 años -y más de cuarenta de trabajo-, era que sus huertas y almácigos de pino iban a recorrer el mundo montados en el vértigo de las redes sociales. "Me llegaron pedidos de Brasil", cuenta sorprendido Eduardo Cortez, el emprendedor cuya historia se hizo viral a partir de un cartel casero anunciando que aceptaba un medio de pago digital para sus productos. Admite, también, que por lógicas razones debió declinar la oferta de cruzar la selva misionera con el empaque.

Mientras entraba por primera vez a Twitter con una cuenta que le había creado horas antes su nuera, y trataba de comprender qué significaba ser tendencia en Argentina, habrá revivido hacia su adentro ese largo y sinuoso recorrido de eso que se llama trayectoria laboral; en definitiva, lo que se puede hacer para ganar el pan a diario. Ese que comenzó a los 17 años como ayudante de pizzero y que avanzó hasta tener su propia pizzería en la Zona Norte del GBA. Que, entremedio, pasó por rubros como electricidad, construcción, reparaciones y más, siempre con el objetivo de llegar a fin de mes un poco menos ajustado. Y que hace algunos años debió recomenzar de cero cuando su local -crisis mediante- se tornó económicamente inviable.

Paradojas, encontró la salida sin salir. En el fondo de su casa encontró unas maderas para hacer una cucha de perro, un favor a un amigo, y el resultado lo invitó a imaginar un emprendimiento de macetas artesanales, esas que en el Pilar country son de alta demanda. Las mismas que, con el entretenimiento de entrecasa exacerbado por la pandemia, fueron aún más requeridas.

En el mismo galponcito de los trastos viejos donde comenzó su negocio también apareció una chapa celeste, que coincidía exactamente con la paleta de colores del logo que había en esa aplicación que sus clientes tanto le habían reclamado bajar para poder pagarle sin billetes. "Me perdía muchas ventas, a la gente de country los das vuelta y sólo se le caen plásticos", afirma en metáfora con identidad conurbana. Con la misma habilidad que para buscar siempre una alternativa de trabajo, echó mano al pincel y la pintura blanca y comenzó a promocionar el nuevo medio de pago. Lo que siguió es historia conocida: foto viral, clicks, menciones, compartir, compartir, compartir...

No habrá sido seguramente el único al que la vida le estampó una mano en la cara, pero puede dar fe de que, cuando menos se lo espera, la misma palma puede apoyarse en el hombro y enderezar el camino. A Eduardo, un experto en levantarse, lo levantaron en todos lados.

Conocé la historia completa en el video:

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